Capítulo 1 – Un llamado…
En diciembre de 1968, mientras un grupo de jóvenes oraba en la Universidad de Puerto Rico, Dios comenzó a llamarlos para ir al campo misionero en diferentes países.
En ese tiempo Danny recibió su llamado… “Danny te necesito en Honduras”, y en otra ocasión le dijo: “no terminarás tus estudios, irás por muchos estados”. Este llamado cambió su vida completamente, estaba en su segundo año en la Universidad Católica de Bayamón. Sus planes eran terminar su carrera de contador público, comprarse un bote, una casa y formar una familia conmigo.
Pero, Dios tenía otros planes y habló a su corazón en tal manera, que puso todo a un lado y creyó de todo corazón que Dios lo llamaba a su servicio. Abrazó su llamado, no sin antes ser criticado y recibir comentarios que le dolían. Fue muy triste para él ver que algunas personas no creían en su llamado, pero nada de esto lo desanimó y decidió servir al Señor.
Judith Román de Santos, quien en ese tiempo era nuestra maestra de español, nos enseñó la Palabra en un estudio bíblico un día a la semana, después de las clases. Al escuchar que Dios llamó a Danny, le preguntó a Dios oración, ¿por qué llamas a Danny, tú sabes que él es un bebé espiritual? Dios le contestó: “He llamado a muchos que fueron a institutos bíblicos, pero no han aceptado el llamado y están sentados en sus iglesias, sé que Danny va a obedecer”.
Siguieron las preguntas…
Pero… Señor, si apenas son una manada pequeña de estudiantes, ¿cómo se van a sostener estos misioneros? “Los familiares ayudarán”, fue la respuesta inmediata. “¿Por qué Danny, si él es el único hijo de doña Genoveva?” La respuesta no se hizo esperar…. “¿Y acaso no entregué Yo a mi único hijo?” Hubo silencio y no se preguntó más a Dios. No cabía duda, el Señor llamó a Danny y éste tendría Su respaldo. Ella apoyó a estos primeros misioneros del grupo de las Clases Bíblicas, como llamábamos a nuestras reuniones semanales.
En los pocos meses que faltaban Danny comenzó a prepararse en ayuno, oración y el estudio de la Palabra. Con la ayuda de aquella “pequeña manada de estudiantes”, los cuales ofrendaban y diezmaban del dinero de sus meriendas y almuerzos, se compraron los pasajes para él y dos jóvenes más.
El pequeño grupo estaba tan emocionado como Danny, vendieron postales, bizcochos para el día de las madres y hasta se ofrecieron a pintar los drones de la basura por el vecindario. Se hizo contacto con el Rev. Luis Rivera, (misionero de la Iglesia Cristo Misionera en Honduras) para que los recibiera y se dispuso la salida para el 12 de julio de 1970, como Dios les había indicado.