Felices son los que oyen el alegre llamado a la adoración, porque caminarán a la luz de tu presencia, Señor. (Salmos 89:15 – NTV)
Introducción
Colocando los cimientos
-la adoración
La adoración nos cambia en la medida que busquemos quién es Dios.
La música siempre ha sido un medio poderoso para llevar la verdad sobre quién es Dios y sobre cómo nos llama a adorarlo. Hoy en día, la iglesia está tan enfocada en el poder de la música, que hemos empezado a confundir la música con la adoración. Hombres y mujeres bien intencionados, que honran a Dios, se involucran en pleitos amargos con sus hermanos y hermanas en Cristo, con respecto a cuál es el mejor estilo para expresar la adoración en una canción. Mientras oran por la renovación dentro de su iglesia, alejan sus ojos de Dios y los fijan en la música, como si esta fuera la que produjera la renovación.
La Música y la adoración no son sinónimas. La verdadera adoración nos cambia cuando Dios nos atrae a su presencia. No podemos seguir siendo los mismos. Cuando la imagen del Dios invisible cruza momentáneamente nuestros sentidos, somos quebrantados – completamente abrumados por la maravilla de un Dios que nos da el privilegio de su audiencia.
Cuando tenemos un encuentro con Dios, las trivialidades de las posesiones y las posiciones terrenales se hacen insignificantes en su presencia. No deseamos nada para nosotros – únicamente, lo que podemos darle a Él. La luz, la vida y el amor se centran en la armonía de Su esencia, y en lo que Él desea. Este es un romance que se enfoca totalmente en el objeto de nuestro afecto. Nuestro ser se consume por dentro por el deseo de agradarle. El deseo y la pasión se frustran hasta que Él reciba el placer. Nuestras vidas se renuevan y se refrescan mientras nos enfocamos en darle la alabanza a Dios.
Dios es el creador todopoderoso. La creación declara su alabanza, desde que el sol se levanta hasta que se oculta – toda la creación alaba su nombre. Dios proclama Su presencia en todo momento, nos invita a verlo, a reconocer Su huella en todo lugar, en todo lo que ha creado y continúa siendo la causa de su existencia. Cuando la visión de los adoradores cambia hacia Dios, ellos pueden reconocer sus huellas y ofrecerle su alabanza.
La música, como creación de Dios, es una poderosa herramienta que nos ayuda a abrirnos a la adoración a Dios. Como la música atrae nuestras emociones, esta tiene la capacidad de introducirnos a una experiencia sensorial para entender y expresar lo maravilloso que es Dios. Nuestras expresiones se transforman en algo más que una aprobación intelectual de lo que conocemos como verdadero, se trata de una interacción más profunda entre lo que sabemos y conocemos y la manera en que empezamos a experimentar esa realidad al mismo tiempo que impacta nuestras respuestas emocionales a esa verdad.
La renovación viene de la adoración. La verdadera adoración viene cuando reconocemos el poder y el amor de nuestro Dios. La verdadera adoración viene de la gratitud a nuestro Salvador, que en rendición absoluta, murió para que tuviésemos vida. La verdadera adoración viene de nuestros corazones preparados en humildad reverente, que comprenden que Jesús envió su Espíritu para consolarnos y para animarnos, para vivir en nosotros como nuestro guía, nuestro ayudante y nuestro amigo.
La adoración abarca todo nuestro ser: nuestras emociones, nuestro intelecto, nuestras relaciones, nuestra vida profesional. Nuestra expresión grupal de adoración invita a la renovación, cuando los adoradores se enfocan en su Dios – no en el estilo, ni en el formato, o en el ritual. Nuestra expresión privada de adoración invita a la renovación personal cuando los individuos comienzan a ver a Dios interactuando en sus vidas, en sus trabajos y en sus relaciones.
Muchas veces cuando camino con mi perro por la mañana, me atrae la maravilla de la creación de Dios. Ver al caracol cargando su hogar encima de él mientras cruza el sendero; descubrir al conejo mordisqueando la vegetación por debajo del follaje o ver la araña cuando teje su increíble red mosaico. Todo esto y más, me invita a reconocer a un Dios creador poderoso, me invita a ofrecerle mi alabanza.
Fue durante esos paseos con mi perro, que comencé a explorar las sorprendentes maneras en las que Dios manifiesta su presencia en su creación. Dios empezó a enseñarme que debía reconocer sus obras, sus atributos, sus cualidades y sus características – invitando mi adoración. Mientras el abría mis pensamientos, mi corazón y mi mente a la multiplicidad de maneras en las que Él se manifiesta en la vida; mi paradigma de adoración comenzaba a cambiar. Empecé a comprender que Dios deseaba que entregara mi vida en adoración. Él quería que caminara con Él y que lo alabara fuera del contexto dominical, más allá de la música, como el todo en mi vida.
Este libro se titula “Caminar en Adoración: Donde la Adoración se Intercepta con la Vida”. Creo que Dios desea que nuestras vidas reflejen una relación íntima y constante con Él. En Hechos 4:13, el sumo sacerdote y los miembros del concilio judío entrevistaron a Pedro y a Juan después de haber sanado al cojo, que se sentaba junto al templo. Ellos reconocieron que habían estado con Jesús. Los discípulos habían caminado con Jesús diariamente. Él no sólo les enseñó la verdad acerca de su Padre celestial, sino que les enseñó a vivir día a día, mientras caminaban con él.
Jesús quiere caminar con nosotros en todos los aspectos de nuestra vida, no sólo en el segmento que tenemos destinado para Él. Cuando caminamos con Él cada día y lo invitamos a interactuar con nosotros en nuestros deberes y en nuestras tareas cotidianas, Él comienza a conducirnos al tipo de adoración que no depende del tiempo, del lugar o de la posición, y que tampoco depende de la de música o del ritual. Él nos conduce a adorarlo en el viaje de nuestra vida – a hablar con Él, a obtener un mayor entendimiento de quién es Él, para de esta manera reflejar más de Él en un mundo que necesita verlo desesperadamente.
Él nos invita a caminar en adoración. Y esto es algo que va más allá de la música.
Mucha gente me ha animado a escribir este libro. Es una tarea de enormes proporciones, especialmente cuando veo la colección de libros y artículos que ya se han escrito con relación a este tema. Una Parte de mí suspira y está de acuerdo con el Rey Salomón, que escribe en Eclesiastés 12:12: “Ahora, hijo mío, a más de esto, sé amonestado. No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es fatiga de la carne.”
Escribo en obediencia al llamado de Dios, un llamado que es, en esencia, el centro de Make Us Holy (Haznos Santos) – el ministerio que fundé y al que he servido desde el año 1994. Deseo que los hombres y las mujeres, los jóvenes y los niños, regresen a adorar con reverencia, con solemnidad, con gozo y entusiasmo. Deseo que por medio de la oración, del discipulado y de la adoración, los cristianos puedan influenciar a sus amigos, a sus vecinos, a sus ciudades y a sus naciones para que se conviertan en adoradores del Dios verdadero. Deseo que los creyentes en todo lugar reciban “los ojos” para ver la gloria de nuestro Dios, interactuando con nosotros cada día, reconociendo su huella en cada actividad, y deseo que ofrezcan sus vidas como una ofrenda de olor fragante a Él, quien es Santo y Digno de nuestra adoración.
Oro para que este libro no sólo te motive a adorar a Dios en entornos grupales o congregacionales, sino que te motive a ir más allá, para que puedas encontrar muchas oportunidades de interactuar con Él mientras muestras tu adoración al vivir cada día en su presencia – percatándote de Él, hablando de Él, viéndolo, amándolo y viviendo para Él.