Hoy en día, muchas personas, incluidos creyentes, suelen tener su corazón preso por una gran confusión y desilusión. Lo anterior, por cuanto la filosofía humanista materialista, es decir, el materialismo humano ha invadido el mundo, causando estragos en las personas y, de paso, ha logrado que estas pierdan el temor de Dios. Todo lo cual suele alejarlos de su creador, agudizar su confusión y frustración y, alimentar su pesimismo y desesperanza que crecen en las sombras de la duda, del escepticismo y de la ignorancia.
Este libro proporciona respuestas vitales y reveladoras a más de tres docenas de preguntas fundamentales, muchas de las cuales han intrigado a generaciones de seres humanos, incluso, a pensadores y académicos desde tiempos inmemoriales. Sí, aquí el Señor nos concede atisbos y miradas extraordinarias de su misterio, el misterio de Dios.
Estos atisbos y miradas trajeron consigo la necesidad de crear nuevos términos y utilizar una variedad de símiles como forma de explicar aspectos espirituales que hasta ahora habían sido acertijos y enigmas inquietantes para el entendimiento humano. Los símiles que encontrarás aquí, toman la forma de nuevos términos y nuevas ideas tales como el Principio del Holograma y el Principio del Holograma Inverso. Ambos proporcionan un medio para explicar, por ejemplo, el misterio de la Santísima Trinidad de Dios.
Hay otras expresiones nuevas tales como: la co-inherencia trinitaria o la triple co-inherencia la cual nos permite entender y explicar el proceso del morar mutuo entre cada una de las tres personas de la Santísima Trinidad de Dios con las otras dos, así como, el mutuo morar entre el Espíritu de Dios y el alma humana. Otros términos nuevos son: el Canal de Recepción Primario (CRP) que es el medio exclusivo que Dios usa para comunicarse con los seres humanos, y Canal de Recepción Secundario (CRS) que es el medio de comunicación entre otros seres espirituales, incluidos los seres humanos. Asimismo, está la Infraestructura Infinita que es el término que se usa para explicar la existencia del trono divino que posibilita la coexistencia del Espíritu de Dios con el alma humana, y muchos términos más.
Asimismo, se advierte cómo la incredulidad humana puede llevarnos a ignorar a nuestro principal enemigo, el diablo, cuyo propósito es socavar nuestra fe, alejarnos de Dios y, consecuentemente, tomar el control de nuestra alma. También debe quedar claro su empeño por cumplir su propósito, al grado que, incluso, suele tomar las verdades de Dios, distorsionarlas o "satanizarlas", y tratar de apropiarse de ellas para engañar y desviar a las personas del camino de Dios.
El Misterio de Dios ha sido revelado en un tiempo como el actual para reafirmarnos a todos que el mismísimo Dios Omnipresente y Todopoderoso, habita dentro del corazón de sus hijos e hijas los creyentes y, por lo tanto, podemos depositar nuestra plena confianza en Él para eliminar todo temor, confusión y desesperanza de nuestros corazones y anclar nuestras almas en la esperanza. Todo para que, al igual que su siervo Abraham, aprendamos a tener esperanza contra esperanza; para que aun cuando la esperanza parece haberse desvanecido, no la dejemos ir.
Por otro lado, en esta obra se aclara la aparente paradoja o contradicción que existe en el hecho de que Dios ciertamente no puede ser contenido por nada en el universo, ni siquiera en el universo mismo. Sin embargo, Él es contenido en el corazón de millones de hombres y mujeres en todo el mundo, morando en y con ellos por medio de su Espíritu Santo. No existe contradicción porque lo anterior es posible gracias a la Infraestructura Infinita que Dios Todopoderoso creó dentro de todos y cada uno de nosotros. Se trata del trono divino que Dios creó dentro del corazón humano, es decir, una especie de estación de acoplamiento que permite que Dios se una a nosotros y conviva con nosotros.
El Misterio de Dios, nos revela también cómo el Señor, que es uno y solo uno, realizó el milagro mediante el cual, la plenitud de Dios está permanente y simultáneamente presente en las tres personas de la Divina Trinidad y, al mismo tiempo, presente en los corazones de millones y millones de creyentes sin perder su unidad. Después de todo, Dios sigue siendo uno y el mismo.
Otro hecho sorprendente e inigualable pero comprensible, es que los hijos de Dios, los creyentes, somos la esencia espiritual compartida de Dios (nuestro Padre) y de la Esposa del Cordero (nuestra madre), así como los hijos de los hombres somos la esencia carnal compartida de nuestras madres y padres terrenales.
El Señor nos sorprende, una vez más, cuando nos revela lo que realmente es la Nueva Jerusalén. Desde tiempos inmemoriales, el corazón ha sido la morada de Dios. En un principio Él moró en su propio corazón, después en el corazón de sus hijos e hijas los creyentes, y también en la Esposa del Cordero, que como veremos, es la Nueva Jerusalén, que no es ni más ni menos que el corazón de Dios. Lo anterior confirma que Dios siempre mora en corazones.
También nos conmueve poderosamente la conversión dramática y espectacular de Jacob durante su viaje a la casa de su tío Labán en Padan-aram. Su conversión imparte una lección extraordinaria sobre la relación estrictamente personal e individual que existe entre Dios y cada ser humano.
Por otro lado, Dios nos enseña y explica ¿por qué Él es el Alfa y la Omega?, y aclara la diferencia entre él mismo como Dios Alfa y él mismo como Dios Omega, sin dejar de ser el mismo y único Dios.
Asimismo, el Señor nos revela el verdadero misterio representado en los interminables sacrificios de sangre de animales. Nos muestra cómo, durante el tiempo que va desde la caída de Adán y Eva hasta la muerte y resurrección de Jesucristo, estos sacrificios le permitieron intercambiar y reemplazar una vida por otra y así mantener viva a la humanidad, a pesar de sus pecados, rebeliones e interminables transgresiones.
Lo anterior es solo un adelanto, una introducción, una muestra para abrir el apetito por las extraordinarias revelaciones que se encuentran en este libro. Las mismas no dejan de asombrar y reafirmarnos que estamos ante un Dios singular, único, imponente, asombroso, indescriptible e incontenible; para usar solo algunas de las muchas descripciones que siempre quedan cortas a la hora de tratar de explicar y describir quién es Él realmente.