INHERITANCE
They shared what they had among all. They were poor, but they were happy, and
everything made them laugh. Sometimes, their stomachs rumbled because they wanted to
repeat a plate of spaghetti, but there was no more. They invented toys with bottle caps,
boxes, and empty cans. The strongest thrills were the most dangerous and the ones they
made when mom sang in the kitchen while preparing dinner. Putting three little brothers in
a barrel and throwing them down a hill to hear their screams and thumps and then watching
them get dizzy when they got out of the barrel when it got close to the creek, was the most
fun of the day.
They learned to fist fight, play with a self-made yo-yo, hide bumps and bruises, and sit
under the mango tree and eat their fill. They had no TV and did not need it; they had more
fun in the sun with broken knees and the occasional tear from head-butting. No one lost a
tooth, and no one lost their dignity.
These are the memories of siblings who did not have much, but they had themselves, a
good mother, and a responsible father. They learned to fight, and they beat life. They
worked hard, they studied, and they succeeded. Their parents did the best they could do for
them, and life proved them right. The inheritance they received was the ability to overcome
all their shortcomings with love, unity, honesty, and gratitude. Ah! And they are my
brothers.
The teaching from this story is:
One can be poor and happy; you choose to be so, no matter your condition.
HERENCIA
Compartían lo que tenían entre todos. Eran pobres, pero eran felices, y todo los hacía reír. A
veces, sus estómagos gruñían porque querían repetir un plato de espagueti, pero ya no
había más. Inventaban juguetes con tapas de botellas, cajas y latas vacías. Las emociones
más fuertes eran las más peligrosas y las que creaban cuando mamá cantaba en la cocina
mientras preparaba la cena. Meter a tres hermanitos en un barril y lanzarlos cuesta abajo
para escuchar sus gritos y golpes, y luego verlos marearse cuando salían del barril al
acercarse al arroyo, era lo más divertido del día.
Aprendieron a pelear, a jugar con un yo-yo hecho por ellos mismos, a ocultar morados y
moretones, y a sentarse bajo el árbol de mango y saciarse. No tenían televisión y no la
necesitaban; se divertían más al sol con rodillas raspadas y alguna lágrima ocasional por un
golpe en la cabeza. Nadie perdió un diente, y nadie perdió su dignidad.
Estos son los recuerdos de hermanos que no tenían mucho, pero se tenían a sí mismos, a
una buena madre y a un padre responsable. Aprendieron a luchar, y vencieron en la vida.
Trabajaron duro, estudiaron, y triunfaron. Sus padres hicieron lo mejor que pudieron por
ellos, y la vida les demostró que tenían razón. La herencia que recibieron fue la capacidad
de superar todas sus carencias con amor, unidad, honestidad y gratitud. ¡Ah! Y son mis
hermanos.
La enseñanza de esta historia es:
Uno puede ser pobre y feliz; tú eliges serlo sin importar tu condición.