La fórmula del verdadero amor y del matrimonio
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Por lo general, al reflexionar sobre esto, la gente piensa: "Es verdad, si no cambia nada de nuestra vida juntos y cada uno permanece como indiferente, la pareja no se forma. Es preciso, en cambio, salir al encuentro del otro y cambiar un poco para gustarse". De este modo, al sentir la atracción del amor, los dos se ponen de acuerdo, se limitan, se hacen más pequeños, por así decirlo, hasta el punto de ser cada uno como una mitad, de modo que sea posible hacer ½+½=1. Pero en lo humano no es posible crear unidad sumando "mitad más mitad", aunque la suma sea "uno", porque el amor no puede ser una merma de la persona: la reducción no funciona ¡ni siquiera por amor! ¡No se sostiene! ¡Dios no quiere que en y entre las personas humanas se realice ese "mitad más mitad"! Es más, hoy hay mucha gente que piensa que esta es la realidad del amor y de la familia, hasta el punto de despreciarla afirmando que "el matrimonio es la tumba del amor" o manifestando opiniones superficiales: "es mejor no casarse...", "se está mejor solo", "¿no basta estar juntos mientras dura?". ¡Estos no saben lo que es el amor! Desconfían del amor porque se han alejado del misterio del ser humano.
¿Quién cree en el amor? Muy pocos, porque “el amor es de Dios” y amar es como entrar en el reino de Dios. Quizás, a veces se busca el amor, pero se cree más en el estar juntos que en el amor y la familia. Entonces es incluso normal que la familia se venga abajo, porque no se la quiere cómo es y ¡cómo Dios la ha hecho! Dios la creó de otra manera y hoy las familias están especialmente expuestas al peligro, porque se ven asediadas por presiones materialistas, hedonistas y ateas.
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Ya que no cabe reducirse a mitad para formar una pareja, ¿cabe acaso hacerlo de otra manera, tipo "un día para cada uno", quitándose cada uno de en medio en días alternos? Ciertamente no, aunque 0+1=1 y, al revés, 1+0=1. En efecto, tampoco así funcionaría el amor, a causa de la igual y constante dignidad del hombre y la mujer. Dado que el amor implica a toda la persona, requiere esfuerzo, es delicado y tiene sus leyes, de modo que cuando hay contraposición, es posible llegar incluso a destruirse: 1-1=0. Resulta entonces necesario separarse, dividirse, para sobrevivir, para reencontrarse a sí mismos con esfuerzo y sufrimiento: 1:1=1.
¿Cuál será entonces la fórmula del verdadero amor? El amor entre el hombre y la mujer que construye el matrimonio y realiza el reino de Dios, funciona de la siguiente manera, "uno por uno": 1x1=1. Únicamente así.
San Juan Pablo II en su preciosa Carta apostólica Mulieris dignitatem (Dignidad de la mujer) afirma “En la «unidad de los dos» el hombre y la mujer son llamados desde su origen no sólo a existir «uno al lado del otro», o simplemente «juntos», sino que son llamados también a existir recíprocamente, «el uno para el otro»”. "El hombre y la mujer están hechos «el uno para el otro»: no que Dios los haya hecho «a medias» e «incompletos»; los ha creado para una comunión de personas, en la que cada uno puede ser «ayuda» para el otro porque son a la vez iguales en cuanto personas («hueso de mis huesos...») y complementarios en cuanto masculino y femenino. En el matrimonio, Dios los une de manera que, formando «una sola carne» (Gn 2,24), puedan transmitir la vida humana: «Sed fecundos y multiplicaos y llenad la tierra» (Gn 1,28). Al trasmitir a sus descendientes la vida humana, el hombre y la mujer, como esposos y padres, cooperan de una manera única en la obra del Creador ”.
Al mundo le falta el secreto del amor: solo Dios lo tiene, la Biblia nos lo muestra y de ese secreto da testimonio el Cristianismo. Uno por uno, uno; 1x1=1, esta es la fórmula del amor verdadero y bueno, el que dura en el matrimonio y construye con Dios. Pero la fórmula hemos de entenderla bien: para ser felices no es suficiente solo ser "el uno para el otro" y basta. ¡Es infantil pensarlo! ¡También dos ladrones... pueden perfectamente ponerse de acuerdo, ayudarse y ser solidarios! ¡No es verdad que en la pareja baste ser cómplices!
De hecho, existen dos condiciones para que la fórmula sea eficaz: La primera condición es que cada uno de los dos "sea para el otro y al revés"; no es suficiente el empeño de uno solo de los dos. Debe ser un empeño de ambos. La segunda condición es que resulta necesario que ambos sean "enteros". "Enteros" quiere decir aquí "íntegros". En efecto, si una persona no fuese íntegra en la verdad, en el bien y en el amor, sino que fuese, por decirlo en términos matemáticos, 0,8, la pareja no funcionaría bien: 1x0,8=0,8 igual que 0,8x1=0,8. ¡No caben descuentos! Si uno es "un poco menos" de uno (1), hace que toda la familia "baje" y se empobrezca humanamente.
Pero veamos otra hipótesis. En caso de que uno de los dos hubiese de considerarse de valor "superior" a uno (1), como, por ejemplo, 1,3, nuestra fórmula mostraría, por falta de igualdad entre los miembros, la presencia de un peligroso superávit, o sea de un desequilibrio: 1,3x0,9=1,17 (en nuestro caso 0,17 respecto a 1), tal que incitaría a uno u otro a salir fuera de la relación de fidelidad de la pareja.
Por tanto, amarse significa también saber valorar la propia integridad en la verdad y en el bien para no dañar al otro y permitir a la pareja la integridad y la plenitud que representa el "uno" (1). Esto implica que amar y quererse no solo suscitan el bien del amarse, sino también que cada uno ¡"quiera el bien" del otro! (...) Es lo que se propone a las numerosas parejas que frecuentan el Centro “Famiglia Piccola Chiesa” [Familia Pequeña Iglesia] del Movimiento del Amor Familiar, en el que se pone en práctica, con excelentes resultados, cuanto se describe en este libro.