Isaac y Rebeca:
Alianzas y coaliciones
En el capítulo anterior analizábamos a Isaac y a Rebeca bajo el criterio de un nuevo comienzo. Creo que esta pareja iniciaba su vida con el pie derecho. Un encuentro inspirador y romántico. Aquella parte del relato nos dejó tres poderosas recomendaciones para quienes deseamos un nuevo comienzo en nuestras vidas: buscar el consejo de las personas adecuadas y delegar las responsabilidades; pedir a Dios las señales claras sobre sus planes en nuestra vida, familia, iglesia o empresa; y meditar. Cualquiera diría que un comienzo tan inspirador lograría librar a Isaac y a Rebeca de los patrones, rituales familiares y los errores del pasado, pero no fue así. Esta familia tuvo su oportunidad para renunciar a repetir los mismos errores, pero no solo no renunció a los viejos patrones, sino que añadió otros nuevos que, como veremos en esta parte de su historia, terminaron por complicarle la existencia.
Comencemos por dar un vistazo a la familia de Rebeca. Definitivamente uno de los protagonistas de este grupo familiar es su hermano Labán. Y la primera mención que el relato bíblico hace de él, es esta:
“Y Rebeca tenía un hermano que se llamaba Labán, el cual corrió afuera hacia el hombre, a la fuente. Y cuando vio el pendiente y los brazaletes en las manos de su hermana, que decía: ‘Así me habló aquel hombre’, vino a él; y he aquí que estaba con los camellos junto a la fuente. Y le dijo: ‘Ven, bendito de Jehová; ¿por qué estás fuera? He preparado la casa, y el lugar para los camellos’. Entonces el hombre vino a casa, y Labán desató los camellos, y les dio paja y forraje, y agua para lavar los pies de él, y los pies de los hombres que con él venían.” (Génesis 24:29-32; énfasis mío en negritas.)
Creo que no requiere interpretación. La simple lectura del relato y la observación de las conductas de Labán, nos ofrecen una descripción del corazón de este hombre, un sujeto interesado y astuto que desde el comienzo no oculta su interés por lo material. Y no debemos olvidar la afirmación de las Sagradas Escrituras sobre la actitud de riesgo ante lo material, cuando afirman que la raíz de todos los males es el amor al dinero. La búsqueda de poseer el dinero y el aumento de los bienes materiales solo describe la forma que nos habla de un fondo verdaderamente preocupante: la avaricia. Hablando con propiedad, la persona que es atacada por este pecado, no busca meramente el dinero, sino el poder que puede otorgarle el poseerlo. Por esto, la avaricia no tiene límite, y transformará al sujeto que le permita la entrada en una persona sin escrúpulos, manipuladora y chantajista, que son otras características que bien describen al hermano de Rebeca. De hecho, años después sería Labán quien, por medio de engaños, haría que Jacob, su sobrino, trabajara para él catorce años para entregarle a su hija, Raquel, cuando ambos habían acordado que trabajaría por ella siete años. Pero Labán, en su astucia y manipulación, con este movimiento tramposo, la noche de bodas le entrega a Lea, su hija mayor, en lugar de Raquel, y así obtuvo dos cosas más: otros siete años de trabajo de su yerno, pero además, librarse de la niña de los “ojos delicados”.
Otro dato relevante contenido en la historia de Rebeca, que nos hará comprender mejor su papel de madre, es la diferencia de trato que pudieron haber tenido sus padres hacia ella y su hermano, aprendida y practicada dentro de la familia. El contraste que nos presenta el relato sobre Rebeca y su hermano Labán salta a la vista en lo cotidiano. Rebeca viene de trabajar y su hermano viene de descansar en casa, cosa que puede llevarnos a interpretar la preferencia e inclinación de los padres hacia Labán por sobre Rebeca. Advierto que en la época, las labores de casa pertenecían exclusivamente a las mujeres, lo que seguramente incluía traer el agua. Pero no era labor de los hijos varones estar en casa descansando a la hora en que las doncellas salían a realizar su trabajo. Con todo esto buscamos una imagen de los posibles escenarios que a diario se vivían dentro del núcleo familiar de Rebeca. El tercer elemento que bien puede describirnos la dinámica familiar, es el protagonismo de Labán, evidente en sus intervenciones y opiniones, que al parecer determinarían el destino de su hermana. En este breve relato podemos identificar a Labán como el portavoz de la autoridad en la familia. Notará que es Labán el primero en recibir la noticia de todo lo que había ocurrido con el mayordomo de Abraham y quien le da la bienvenida a la casa. Después de que el siervo de Abraham descubre el objetivo de su visita al padre de Rebeca, es Labán quién declara que dejarán ir a su hermana. Y también es quien al siguiente día, junto con su madre, pretende detener su salida. Esta constante intervención de Labán en conjunto con uno de los padres, nos lleva a otro de los elementos que nos descubre la herencia y los juegos familiares; se trata de la distorsión en el manejo de las alianzas y coaliciones. Las alianzas dentro de la vida familiar son buenas y muy necesarias para lograr un hogar verdaderamente funcional. Se trata de un acuerdo entre dos o más miembros de una familia. La condición fundamental para que la alianza sea funcional y que no termine por convertirse en una coalición, es que la alianza deberá darse en una misma jerarquía de poder. Quiero decir que la alianza entre marido y mujer es buena y muy necesaria para hacer funcional la jerarquía y el poder dentro de un hogar. Y que la alianza entre los hermanos es muy buena y necesaria para generar vínculos fuertes en la familia. Pero, ¿qué sucede cuando la alianza se presenta entre uno de los padres y uno de los hijos? Al sumar una línea de poder de una jerarquía mayor con una menor, dicha alianza terminará por convertirse en una coalición.
Y algo que conviene dilucidar en este punto es que dicha coalición se forjará en contra de otro miembro de la familia, que para el caso será el consorte o alguno otro de los hijos. Por definición, una coalición es la suma de un poder menor a un poder mayor y se entiende como el compromiso oculto existente entre uno de los padres con uno de los hijos. Se presenta con mayor frecuencia de esta manera: la madre y el hijo en contra del padre o de algún otro de los hijos. Siempre el sujeto coaligado adquiere poder y ventajas sobre su sistema familiar. Tal parece ser el caso de Labán, ya que una coalición bien podría explicar su protagonismo. Podemos ver a Labán coaligado al padre y a la madre, aliándose al bando que más convenía a sus intereses. El primer día se le ve aliado a su padre, y el siguiente a su madre. Claro que esta alianza le otorgaba beneficios a sus intereses mezquinos, pero además le daría un poder que no dudaría en utilizar a su favor. Mas, ¿cómo dañaría esto a Rebeca? Generando en ella resentimientos y una búsqueda de justicia, porque un sistema familiar que tiene una distorsión en sus alianzas, convierte al hijo desafortunado por los padres en la figura del «hijo invisible», opacado por la presencia fuerte y protagonista de otro de los hijos, lo cual lo deja sin voz ni voto dentro del hogar. Vaya enseñanzas y dinámicas tan perversas que traía Rebeca en su historia familiar, y como veremos, no dudó en utilizarlas en su propio hogar.