Lección 1: Descubrir tus Convicciones
Algunas veces convertirse en líder significa primero aprender a ser tu propia persona. Esto significa que tus creencias no son infalibles, ni puedan subestimarse. Esto significa aprender a pensar por ti mismo porque estas consciente que, al final de todo, solo tú eres responsable del resultado de tus decisiones. Pensamos de cierta manera porque de esta forma es que se nos ha dicho que debemos pensar. Antes de madurar, tenemos la tendencia de atribuir nuestras convicciones a otras personas. En algunos casos, expresamos nuestras creencias a una o más personas amadas como nuestros padres o profesores. En nuestra propia inmadurez, rechazamos hacer preguntas y evaluar motivos. Si ellos lo dicen, también debemos creerlo. Pero al crecer, nuestro instinto nos dice que eso ya no es suficiente. De pronto, porque alguien lo haya dicho, no quiere decir que ésta sea una respuesta apropiada para nuestra conciencia y de hecho no debería serlo. Las convicciones nacen. Convicciones que a veces son opuestas a esas de nuestros héroes. Y eso puede darnos miedo.
Cuando comencé por primera vez a liderar, pensé que haría las cosas tales como las hacían mis padres. Ellos eran mis modelos a imitar y sabían lo que hacían. En todos sus años de experiencia, ellos habían construido algo bien sólido, con una cultura y creencias firmes. Y todo lo que estoy escribiendo no lo nulifica. Sin embargo, al crecer, he descubierto cuales partes de lo que mis padres establecieron forman parte de mis convicciones, y cuales hacen parte de mis tradiciones. Tuve que cuestionar cuales partes de su legado estaba llamada a continuar, y cuales había sido llamada a cambiar. Porque así como tú, tus héroes son humanos y a veces, la mejor manera de honrarlos, es mejorando lo que ellos han dejado atrás. Tuve que comenzar a enseñarme a mí misma que al final, no vale la pena levantarse y pelear por algo que no crees, sin importar quien lo haya establecido y que el cambio no es siempre malo.
Tuve que aprender a no dejar que mi manera de pensar fuese cambiada por aquellos que parecían saber todo “pues eso siempre había funcionado en el pasado”. A pesar de que, a veces, cambiar de idea no es algo incorrecto, tampoco es correcto dejarse influenciar y que cambien tus ideas. Lo que esto significa simplemente, es que ultimadamente tienes que encontrar una manera de creer en tus decisiones. Algunas veces tendrás que tomar decisiones que no serán populares, porque estarás convencido de que son correctas y que más allá de tu orgullo o sentimientos personales, esa es la mejor decisión a tomar.
De ninguna manera, al escribir esto, deseo sugerir que nos rebelemos contra los deseos y los establecimientos de nuestros líderes. En los lugares donde alguien sea líder, mi consejo es, que les permitan ser quien ellos necesitan ser. Aquí les estoy hablando de las cosas que estás en posición de controlar. Estoy escribiendo a los líderes jóvenes que se encuentran en cierta posición dónde se tienen que preguntar ¿en qué dirección me estoy inclinando sobre esto o aquello? Me estoy dirigiendo a esos jóvenes adultos que tienen que decidir qué tan lejos se quieren separar de la manera en que sus padres los criaron o si están de acuerdo o no con los puntos de vista de su familia sobre Dios, sexo o política. Llámalo instinto, convicción o Espíritu Santo, pero inclínate hacia ser quien tu estás diseñado a ser. Como líder vas a tener que aguantar muchos golpes por cualquier decisión que tomes y te derrumbarás si no puedes defender tu posición.
Ve tras lo que crees ser correcto, después de haber considerado la opinión de los demás, aún en contra de ellos mismos. Para convertirte en un líder con integridad, tendrás que aprender a apartarte de una decisión sabiendo que hiciste lo mejor que pudiste y seguiste la convicción que tenías en tu corazón de estar en lo cierto, y no plegarte ante el estatus quo o apoyarte sobre las convicciones de alguien más. Creo que aprender a hacer esto, no sólo nos hará mejores líderes sino también mejores personas. Esto no nos permitirá quedarnos callados ante las leyes y sistemas que sabemos deben cambiar.
Porque si por algún milagro nos encontráramos ante la oportunidad de cambiarlos, entonces, este ha sido el momento por el cual hemos sido creados. Primero, aprende a liderarte a ti mismo. Te dolerá y será incómodo. Serás confrontado con sentimientos de culpabilidad y te preguntarás si estas faltándole el respeto a aquellos que estuvieron antes que tú o si te estás viendo como un loco al lado de los que están contigo. Pero el dolor que sientes es el nacer de tus convicciones. Veinte años en el futuro, estarás firme acerca de las mismas convicciones. Algunas de ellas habrán cambiado pero habrás aprendido a resistir, a simplemente seguir el camino de los demás. En vez de eso, serás alguien que abrirá el camino: ¡un líder!